El pensamiento Webb y la seguridad social
En una reciente nota en Gestión y una serie de artículos de opinión y entrevistas, el economista Richard Webb (RW) indica que los peruanos ya ahorran significativamente para su vejez, y en particular los trabajadores independientes, y por lo tanto no se debe insistir desde el Estado en obligarlos a ahorrar para tener una pensión en el futuro. Es más, señala que la familia peruana está entre las que más ahorra en el mundo.
Tengo dudas sobre estas afirmaciones. Para empezar se usa la encuesta anual de niveles de vida de Perú para señalar que las familias ahorran el 24% de sus ingresos, y sin embargo tal encuesta no está diseñada para medir ahorro y crédito; tampoco se especifica la definición de ahorro, aunque RW algo señala sobre la inversión de la familia en la vivienda. No obstante, dicha inversión no cumple el rol del ahorro previsional para pensiones y por tanto no puede sustituirlo como tal. Lo que el ahorro previsional cubre es el riesgo por vejez, invalidez y muerte, dándole al individuo y su familia una protección en forma de un ingreso seguro en caso contraiga alguna invalidez, fallezca o luego que se jubile del mercado laboral. La vivienda propia (u otras formas consideradas como ahorro según RW) no cumple ese rol. Si la persona se invalida y no puede continuar trabajando, entonces deberá vender la casa para costearse la vida? Lo mismo cuando la persona se jubila? O peor aún, que debería hacerse cuando el jefe de familia fallece?
Yo creo que lo que sesga las recomendaciones de RW y otros analistas, es que en el fondo entienden la seguridad social como una igualdad entre ahorro individual y beneficio individual, olvidándose que el ahorro previsional es equivalente a la adquisición de un seguro que cubre los riesgos de vejez, invalidez y muerte. Mediante este seguro, los participantes con bajos ingresos, que no pudieron contribuir por problemas de desempleo, que se invalidaron o que fallecen podrían aun obtener (ellos mismos o sus familias) una pensión digna siempre que los mecanismos de solidaridad propios de la seguridad social existan. Pero claro, si el sistema de pensiones peruano privilegia la capitalización individual, y el debate de ideas y la selección de analistas económicos contribuye a eso, es entendible que los trabajadores vean en el ahorro forzoso una opción poco interesante. Tal vez esto explique el mejor ritmo de afiliación de trabajadores de bajos ingresos en el sistema público, pues al menos el trabajador sabe que recibirá una pensión mínima en ese sistema. Parece que las dos décadas de existencia del SPP y su priorización en la agenda de los gobiernos han fijado la idea de que la seguridad social es meramente un tema individual.
En el mismo sentido, la propuesta para permitir el retiro de fondos de la cuenta de un afiliado para ayudar a adquirir una vivienda o enfrentar una enfermedad grave responde a la misma lógica individualista con que parece entenderse la seguridad social. Es decir, se propone liberar los fondos de pensiones del propio individuo para atender su propio problema de salud, cuando en realidad este debería adquirir un seguro de salud (subsidiado o no) para beneficiarse del pooling de riesgos de diversos trabajadores. Uno debe preguntarse entonces si una vez liberados esos fondos para salud y vivienda, con que va a vivir el jubilado?
Un último aspecto mencionado por RW y que es muy controversial, es la afirmación que los adultos mayores no estarían desvalidos luego de pasar la edad de jubilación pues más de la mitad de ellos sigue trabajando después de los 65 años (y 25% luego a los 80 años). Más bien estas cifras deberían escandalizar pues señalarían que los adultos mayores no pueden retirarse del mercado laboral con un ingreso seguro (en forma de una pensión por ejemplo) y deben seguir trabajando hasta agotar sus fuerzas a la expensa de su salud, o por toda su vida. Estas tasas de ocupación son mucho más altas entre los adultos mayores del medio rural: 75% de los adultos mayores trabajan luego de los 65 años, y 60% luego de los 75 años. Asimismo, el 85% de los adultos mayores pobres de la encuesta de la línea de base del programa Pensión 65 admite que sigue trabajando por necesidad económica. Una de las funciones importantes de la seguridad social es justamente permitir a los individuos retirarse del mercado de trabajo y llevar una vida digna en la vejez. Con las cifras mostradas por RW, es claro que eso no se está cumpliendo y además se convierte en un boomerang contra las propias recomendaciones esbozadas por RW.